Acúfenos… de las causas y su tratamiento

¡Hoy día sabemos mucho de los acúfenos! ¿Puedo decirlo más claro? Cansado, estoy cansado de demostrar que hoy día los otólogos sabemos mucho de los acúfenos. ¿De qué? Vale mejor empiezo por el principio.

Los acúfenos son los pitidos en los oídos.

Mas del 20% de la población escucha pitidos o todo tipo de ruidos (maquinas, mar, grillos etc)  sin que haya una fuente sonora que lo origine. Esto es lo que conocemos como acúfenos. Y pueden ser fluctuantes y puntuales o bien ser continuos y discapacitantes.

Somos muchos los que escuchamos este tipo de ruidos y sólo algunos se ven afectados en su vida diaria y requieren de evaluación y tratamiento por los medicos otorrinolaringólogos. Yo, como otólogo, atiendo muchos pacientes de acúfenos a la semana. Personalmente me satisface tratarlos ya que más del 80% de los pacientes alcanzan la habituación… luego os lo explicaré.

Durante el estudio, la evaluación y la instauración del tratamiento, paso largos ratos de charla (consejo terapéutico) con mis pacientes. Les explico las causas, el motivo de su aparición y la forma de tratarlo. La gran mayoría de mis pacientes acuden a consulta totalmente desesperados. Desesperados por la mala información que han recibido por parte de foros, amigos, familiares… y de algunos profesionales de la medicina.

¡Mala información de los profesionales! sí y tiene sus motivos. Bien es cierto que la medicina es muy extensa, la otorrinolaringología también. También es cierto que el conocimiento eficaz de los acúfenos y su tratamiento es relativamente reciente (no mas de 15-20 años). Además, no hemos sabido explicar bien todo lo que rodea al tratamiento del acúfeno. Ahora lo intentamos con un curso de acúfenos para profesionales.

Con frecuencia los pacientes son informados de que “… no conocemos sus causas y no hay tratamiento eficaz para ellos”. Esto es doblemente falso: conocemos las causas que los provocan y por supuesto, los tratamientos que debemos emplear. Tratamientos con un éxito superior al 80%.

Resolvamos otra vez los mitos mas frecuentes:

  1. Conocemos las causas de los acúfenos.

Las causas de los acúfenos son conocidas mundialmente y recogidas en numerosas publicaciones. Existen multitud de causas, solo tenemos que buscar la causa que ha originado el acúfeno a un paciente concreto. Las enfermedades del oído, las enfermedades neurológicas, ciertos tratamientos medicos, ciertas situaciones que causan dolor (no solo en la proximidad al oído) y las alteraciones psicológicas provocan acúfenos. Repito, solo hay que buscarlas.

A esto nos dedicamos los otorrinolaringólogos y nos ayudan otros medicos (psiquiatras, neurólogos, cirujanos maxilofaciales) y profesionales (psicólogos, técnicos en audiología protésica…). Dedicamos a ello nuestros esfuerzos.

2. Los acúfenos tienen tratamiento.

No todos los pacientes son iguales, es más, me atrevería a decir todo lo contrario: por mucho que busques no encontraras 2 pacientes iguales. Cada paciente es genuino, no en la causa que le provoca el acúfeno sino en el grado en que estos acúfenos le afectan. Por esto no hay un tratamiento universal pero si hay unas guías claras que debemos seguir. Ya lo postuló Jastreboff en la ultima década del siglo XX y después se ha confirmado, con la experiencia clínica de los diferentes centros.

El tratamiento de la causa, el consejo terapéutico y la terapia sonora son el camino para que nuestro paciente alcance la habituación. Y la habituación es que aunque escuches el acúfeno, este no te provoque ninguna molestia. Que al igual que llevas zapatos, y estos pueden inicialmente provocarte rozaduras, con el correcto uso, no notaras si quiera que los estas utilizando. En otras palabras, los acúfenos podrá estar presente pero ni siquiera te percataras de ello y por supuesto no te sentirás nada incomodo con ellos.

¡No hay pastilla milagrosa! Efectivamente, eso es cierto. No la hay porque las causas son multiples y aun no disponemos de la pastilla que reorganice correctamente nuestra percepción, al donde se alojan las percepciones, en el cerebro. Las pastillas y diversas medicaciones trataran síntomas asociados pero no trataran el problema de fondo.

Por hoy… ¡ya esta bien!. En próximas entregas hablaremos con detalle de cada aspecto.

Rinitis alérgica: si conduces ¡medícate bien!

El riesgo de conducir con rinitis alérgica es evidente pero tremendamente desconocido. Estos riesgos han sido fantásticamente resumidos por el Dr. Antonio Gómez Peligros, en su artículo titulado “Antihistamínicos y conducción segura” y publicado en la guía Recomendaciones en Seguridad Vial, Fármacos y Conducción.

¿Por qué tiene la rinitis alérgica tanto riesgo para la seguridad vial? Existen 2 motivos fundamentales, que entenderás facilmente: 1) por los sintomas de la enfermedad (estornudos, picor y lagrimeo) y; 2) por los efectos secundarios de los fármacos utilizados (los antihistamínicos). Los vemos en detalle.

La rinitis alérgica supone mucosidad nasal, picor y estornudos en salvas. Si consideramos que cada estornudo dura 2-3 segundos, una salva de 10 estornudos para que un coche, que circula prudentemente en autovía (120 Km/h), recorra durante los estornudos 400-500 metros. Además, debemos considerar que la falta de sueño que experimentan los pacientes durante la temporada de alergias produce somnolencia diurna y reduce la capacidad cognitiva. Si además el paciente alérgico padece una conjuntivitis, con lagrimeo y picor ocular, los tiempos de reacción se incrementaran de forma significativa.

Por lo tanto, la rinitis alérgica debe ser controlada para evitar riesgos en la conducción. Ahora bien, los fármacos clásicamente utilizados para el tratamiento de la alérgica, los antihistaminicos, no carecen de efectos secundarios y la somnolencia puede ser uno de ellos. De hecho los antihistamínicos clásicos (primera generación) son sedantes y muy útiles según las circunstancias, pero cuando hablamos de conducción, estos antihistamínicos deben ser evitados. Para conducir se prefieren los antihistamínicos de segunda generación, más selectivos y con menor probabilidad de que produzcan somnolencia. Aun así, los factores individuales de cada paciente, la dosis de fármaco administrado y el tiempo transcurrido desde la toma hasta la conducción, influyen en la posibilidad de provocar somnolencia y alteraciones cognitivas.

Mis recomendaciones para el paciente alérgico y conductor son:

  1. Trate siempre su alérgia.

– Si sólo padece rinitis alérgica y no conjuntivitis (o conjuntivitis leve), es preferible utilizar corticoides nasales que no suponen riesgo de somnolencia.

– Si los síntomas oculares no se controlan con corticoides nasales, utilizaremos antihistamínicos de segunda generación y en especial aquellos que tengan menos probabilidad de provocar somnolencia.

– Utilice los antihistamínicos a su dosis correcta, respetando los horarios y duración de tratamiento prescritos por su medico. Recuerde que el efecto de estos fármacos es mayor a las pocas horas tras la toma del fármaco.

2. Evite el contacto con las partículas alérgenas:

– Compruebe que los filtros del aire acondicionado de su vehículo sean de alta eficiencia y se encuentren en perfecto estado.

– No abra las ventanillas.

– Evite los viajes al amanecer y anochecer pues existe una mayor concentración de polen.

– Limpie su coche con frecuencia, sobre todo si han viajado animales en el.

– No deje el coche en zonas húmedas con arboles o plantas.

3. Utilice gafas de sol, sobre todo si tiene irritabilidad ocular.

4. No se automedique, todos los fármacos tienen sus efectos secundarios y riesgos en su utilización. Los fármacos empleados en la rinitis alérgica pueden tener complicaciones severas.